El SER QUE SOY

 

EL SER QUE SOY



Los estudios del ser han sido línea de ocupación mía.  Este tema que nos lleva directamente a la filosofía, en mi caso, busco que la poesía lo trasverse, me ha inquietado desde hace algún tiempo, ahora me lo aguijonea la lectura que hice de Montaigne. Espero yo, en este ensayo, poder espolearlo, y que en la brevedad esté su fuerza.

La sabiduría de los griegos y su estética nos dieron los vislumbres iniciales en los estudios del Ser. Ese exhorto a los visitantes del templo de Apolo en Delfos: gnothi seauton, conócete a ti mismo, es, de entrada, la forma de buscar la sabiduría a partir de nosotros mismos, y, es también, como lo denominó Foucault, formas de realización de prácticas de sí o prácticas de libertad. En su obra La Hermenéutica del Sujeto, el filósofo francés, aborda las relaciones entre sujeto y verdad con la noción socrática epimeleia heautou que traduce algo así como inquietud de sí. Foucault, siempre dentro de su línea de pensamiento subjetividad y verdad, tomó de Sócrates esa forma de cómo este espetaba a los jóvenes que encontraba en su camino, cuando les decía: ´´es preciso que se ocupen de sí mismo´´. Alcibíades fue uno de esos mozos griegos, quien aprendió de su maestro que el esfuerzo del alma por conocerse a sí misma es el principio sobre el cual solamente puede fundarse la acción política.

Con estas enseñanzas socráticas he aprendido a darle contenido a las cosas del mundo, a partir de lo que soy o de lo que me han hecho ser. Este no es un principio que te ponga en estado de desasosiego permanente, sino que te dispone a verte cuándo fluyes o cuándo encallas; así como develar tus miradas borgianas desde espejos en sombras, con proyecciones de ti mismo dentro de ellos, con tus múltiples miradas y la pluralidad de tus formas en la que eres visto.

          Equívoco y adversativo, dudo de las certezas, nunca un pero está demás. En vorágine soy agua entre mis dedos, es tanto lo escurrido. Muy lejos de vivir los tiempos del carromato, sin embargo, me produce nostalgia la figura del auriga; elogio la lentitud, aunque, paradójicamente, me angustia la espera. Lentos y leves han sido siempre mis pasos. Tarde adverbia todo mi acontecer.   

          Pensarme donde no cabe la posibilidad de un buen final, no entra en ese negativismo de culto esotérico, en lo absoluto. “Somos luciérnagas en la hendidura del día. Descansamos en el fondo de un fango, como una embarcación hundida.”  Estos versos del poeta René Char son exégesis de lo que la vida me ha escrito. Cuántas encalladuras en esas aguas del deseo, y es ahí donde detenido sigo, en el callejón de los espejos; desterrado, no de mí, sino donde las ilusiones encallan.

Dice Blanchot que lo esencial permanece oscuro, asumo que el fracaso tiene en la oscuridad su mas grande espacio. Los oscuros son los del pescador echarse a la mar, y, en mucho, los que te ponen en modo para pensar; entre oscuros he sido, ahí me he visto a mi mismo; en aguas del fango donde hundido he estado (de pensamiento que no de obras), solo que, en la brevedad del instante, desencallo, fluyo. No serán los turbios y oscuros óbice para andar o seguir andando, mover mi voluntad, inspirado en Píndaro: ser el ser que soy; valerme de mi liviandad para salir de mis encalladuras. El mismo poeta Char me lleva de su letra a fluir sideralmente, no yendo de filo por el mundo, sino inclinándome para dibujarme en los ojos de los otros. En eso, ahora mismo, ando; equívoco e incierto, pero de la mano del ser que soy.  

 

Yonny Galindo

Abril 2025

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